Ganar, ¿pero a qué precio?

La historia del ser humano es caótica desde el principio y lo será por el resto del tiempo de peregrinaje de la curiosa especie. Las palabras de Maquiavelo hace siglos refiriéndose al hombre como un ser malo que busca solamente el beneficio propio son completamente ciertas y comprobables en una sociedad que cada día entiende menos y opina más.

¿Qué tiene que ver esto con la tecnología, Señor Tecnología? podrá preguntar de forma atinada cualquiera que alcance a leer estas líneas. La respuesta, tan sencilla como explicar que somos como tienda y como personas acciones temporales en la vida de los que nos rodean, útiles mientras nuestra luz fluya y olvidables en exceso, especialmente cuando el éxito que podamos tener sea tan embriagante para alguien sin la experiencia de ser el real centro de atención de cualquier experiencia que puedan llevarse en la vida.

No es secreto para nadie que durante varias semanas (meses, quizás) la competencia en todos los frentes de nuestro negocio como tal ha sido sufrible e incluso cuantificable. Esto es realmente importante en el sentido de entender la cantidad de personas que dependen de este proyecto como fuente de sus ingresos (aunque quizás no de su sustento en la mayoría de casos) y la razón por la que se me hace tan importante el poder continuar con algo que a todas luces merece una renovación.

Claro, el esconderse detrás de una excusa como el de ser a todas luces copiado de cualquier intento de idea en cuanto a productos, marketing e incluso una comunidad que se llenará de resentimiento al no permitírsele hacer con los grupos o nuestros espacios, de la manera que ellos desean es una idea que suena tentadora hasta lo profundo pues ésta nos dejará siempre como el papel de víctimas de la transacción en la que nosotros simplemente quisimos innovar un mercado tan apagado como el del país que vivimos. Pero nuestra madurez como personas nos impide entregarnos a los brazos de tan baja excusa y mucho menos a una de desprestigiar un esfuerzo (ya que todas las cosas llevan esfuerzo) de una o un grupo de personas que han intentado tener sustento y una forma de vida como la nuestra llena de alegrías (aunque no de dinero).

Tomar decisiones especialmente con proyectos como este que involucran recuerdos, cariño, metas y promesas por cumplir se torna… complicado por decir algo. Es prácticamente imposible a cualquier nivel de la vida decidir seguir adelante y dejar parte de lo que te marca y te impregna con su esencia, pero en ocasiones es lo último que nos permite no morir de la hipotermia que conlleva el no moverse en un lugar tan inhóspito del que no puedes sacar beneficio alguno (tal vez por el momento, o tal vez por la forma).

Con eso en mente, hemos decidido tomar rumbos separados en algunos de nuestros proyectos que no hacían sino consumir, quizás esperanzas o quizás ideas que simplemente fueron llegando demasiado lejos. Quizás vuelvan o quizás no, es algo que veremos más adelante. Pero estamos seguros que no se podrán despegar de lo que realmente sentimos y que no cambiarán pero que debemos soltarlos, para poder ganar.

Más allá del dinero, ganar algo de tiempo para seguir en la pelea por lo que realmente somos, la más innovadora y humana tienda que pueda haber y que habrá, ya saben, nuestra esencia. Es el precio que hay que pagar.

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